Muchos conductores de diésel conocen un componente como el filtro de hollín. Y no es un secreto que se avería con bastante frecuencia, aproximadamente cada 70-90 mil kilómetros. En esta situación, los propietarios de vehículos recurren a centros de servicio que ofrecen toda una serie de servicios.
Síntomas amenazantes:
Los signos habituales de un filtro de hollín defectuoso son
Aumento del consumo de combustible;
regeneración activa, indicada por el humo blanco al ralentí;
una reducción del empuje y la potencia del motor;
Aumento del nivel de aceite del motor dentro del rango normal;
Exceso de humo;
ruido sibilante cuando el motor está en marcha;
parpadeo del indicador correspondiente en el cuadro de instrumentos;
el motor entra en modo de emergencia a velocidades de hasta 3000 rpm (sin turbocompresor).
Si se detecta uno de los síntomas anteriores, se debe contactar con un centro de servicio y pedir un diagnóstico. Si la causa es una obstrucción en el filtro de hollín, éste debe ser sustituido o eliminado. Ignorar los signos de un fallo en el filtro podría provocar daños en el turbocompresor, en una costosa válvula o incluso en el motor.
Cuándo retirar el filtro de hollín
Cuando se va a una tienda especializada para comprar esta pieza o las llaves del coche, es fácil ver que es bastante caro. El elevado precio se debe al uso de metales preciosos en el proceso de fabricación de los filtros de hollín. La sustitución de una pieza tan cara no garantiza que vaya a durar mucho tiempo. Por este motivo, muchos propietarios de coches se niegan a comprarlo y suelen retirarlo en caso de avería.
La eliminación del filtro de hollín puede provocar un aumento de la carga del turbo y la emisión de mucho humo negro. Sin embargo, todavía es posible mantener el coche en marcha. Es mejor no llevar a cabo este procedimiento por sí mismo y buscar asesoramiento profesional.